9 DE NOVIEMBRE

Día Nacional del Donante Voluntario de Sangre. El 9 de noviembre fue declarado el Día Nacional del Donante Voluntario de Sangre, a través de la ley 25.936 del año 2004, que apoya la importancia de poder promover un cambio cultural y concientizar a la población, incorporando esta práctica como habitual, voluntaria, solidaria y anónima, destinada al beneficio de alguien que lo necesita, en muchos casos inclusive para continuar viviendo.
En nuestro país, se necesitan 1.500.000 donantes por año. La donación de sangre es un método seguro basado en normas internacionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Asociación Americana de Bancos de Sangre.
Puede donar toda persona, entre 18 y 65 años, que pese más de 50 kg. Es fundamental no padecer ni haber padecido ninguna enfermedad transmisible a través de la sangre. Para verificar la aptitud del donante, se analiza la sangre y se realiza una entrevista personal y confidencial.
Hay que recordar que no existe sangre artificial, sólo se puede transfundir sangre de humano a humano. Esta puede ser de sangre total, específico de plaquetas o de plasma.
1876: Por renuncia del coronel Napoleón Uriburu queda a cargo interino de la Gobernación el secretario de la misma, mayor Luis Jorge Fontana. Fuente: Tissera, Ramón. "Calendario Histórico Chaqueño", Ed. Cultural Nordeste, 1977, Rcia.--RSG
1885: Por iniciativa del gobernador Obligado se inician los trabajos de apertura de una ruta destinada a unir, en línea directas, Puerto Barranqueras con Salta. La ejecución de la obra estaba a cargo del ingeniero militar Francisco Host, quien alcanzó a abrir 305 kilómetros, cavando pozos de agua para resolver el problema de la sequía en el Oeste. Fuente: Tissera, Ramón. "Calendario Histórico Chaqueño", Ed. Cultural Nordeste, 1977, Rcia.--RSG
1946: Fallece Salvador Mazza.  Salvador Mazza nació en la ciudad de Rauch, provincia de Buenos Aires, en junio de 1886. Cursó sus primeros estudios en el Colegio Nacional de Buenos Aires y en 1910 se graduó de médico.
Durante su formación se dedicó a la bacteriología, la química analítica y la patología, y se desempeñó además como inspector sanitario, participando de las campañas de vacunación en la provincia de Buenos Aires. Se doctoró en la Universidad de Buenos Aires y fue nombrado bacteriólogo del entonces Departamento Nacional de Higiene.
La fama de Mazza está estrechamente ligada al Mal de Chagas. Esta enfermedad fue descubierta en el año 1909 por Carlos Ribeira Justiniano Chagas (1879-1934), por entonces un joven científico brasileño comisionado por el Ministerio de Salud Pública de Brasil para estudiar la presencia de focos de paludismo en el nordeste de su país. Haciendo este trabajo Chagas detectó enfermos que en la sangre presentaban un parásito (Trypanosoma cruzi). En 1912 Chagas presentó la enfermedad y el resultado de sus estudios en los ambientes científicos de Buenos Aires, pero inmediatamente, cuando se comprobó que su descripción de la sintomatología de la enfermedad era parcialmente errónea, el científico cayó en el descrédito y la comunidad científica argentina supuso que la presencia de este pará-sito en la sangre era un hallazgo casual y no representaba necesariamente una enfermedad.
Fue entonces cuando Mazza la redescubrió y la dio a conocer a nivel mundial. Además de conducir la MEPRA, Mazza logró que le construyeran un vagón de ferrocarril (E.600) y que le otorgaran un pase libre para transitar con él por todo el país. Con este vagón equipado con un laboratorio y un consultorio completos que él mismo diseñó, recorrió innumerables regiones argentinas.
En el año 1942 Mazza se contactó con Alexander Fleming (1881-1955), descubridor de la penicilina, con el objeto de intentar la producción experimental del nuevo antibiótico. Después de varios fracasos y sorteando muchas dificultades, en 1943 la MEPRA logró producir penicilina. Inmediatamente la institución envió muestras al extranjero y así se comprobó que el medicamento obtenido en Argentina estaba a la altura del producido en otras partes del mundo.
Sin embargo, el gobierno argentino mostró una total indiferencia ante este logro; lo que resulta asombroso en un momento donde no había en el país ni una ampolla del antibiótico y toda la producción extranjera era destinada para atender las necesidades de las tropas de la guerra europea. Salvador Mazza murió en Monterrey, México, durante el año 1946, mientras asistía a unas jornadas de actualización sobre el Mal de Chagas. A partir de su muerte, la institución por él fundada, la MEPRA, sufrió una serie de avatares político-institucionales que concluyeron con su cierre definitivo en el año 1958.