El 25 de agosto se conmemora el Día Nacional de Ayuda a la Persona con Autismo. Esta remembranza tiene como principal propósito concientizar a la sociedad sobre la importancia de ser parte activa en la integración de las personas que presentan esta condición. El autismo es un trastorno en el desarrollo que se inicia en la infancia, generalmente antes de los tres años y afecta mayormente a las habilidades sociales y comunicacionales del sujeto. Si bien se habla de autismo como una entidad única, la evidencia señala que este concepto es mucho más amplio. Por tal motivo, lo más acertado sería hablar de Trastorno del Espectro Autista (TEA); de esta manera hay cuadros donde hay habilidades que están más afectadas que otras, otros donde se presentan grandes modificaciones, producto de los abordajes y del apoyo familiar y social.
Es fundamental comprender la importancia que tienen los controles del niño sano en el primer nivel de atención. Estos posibilitan detectar de manera temprana si alguna característica importante en el desarrollo del niño no aparece de la forma esperada para su edad. Desde cualquier lugar se puede hacer algo, tanto profesionales como docentes, compañeros de aula, vecinos, familiares y amigos, para potenciar la integración del niño autista. Esto rompe las barreras del prejuicio y la discriminación que impone una sociedad tan volcada al individualismo, poco tolerante a lo diferente y nos invita a pensarnos en conjunto.
Está demostrado científicamente que una detección temprana y un diagnóstico adecuado posibilita un abordaje específico por un equipo interdisciplinario, propiciando así una mayor accesibilidad, un mejor pronóstico e inserción social de las personas que presentan esta condición. Los niños con autismo tienen derechos, como cualquier otro, a vivir en un ambiente comunitario, familiar y saludable, sin discriminación. Es decir, a ser escuchados, respetar sus emociones y deseos, recibir atención sanitaria que potencie y fomente sus posibilidades de desarrollo.
