El 30 de abril de 1977 las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo realizaban la primera marcha en reclamo por la aparición
de sus hijos y nietos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar (1976-1983). Aquel emblemático día asistieron 14 madres y abuelas a la Plaza de Mayo. Como estaba prohibido el agrupamiento de más de tres personas en la vía pública, las mujeres empezaron a dar vuelta alrededor de la Pirámide de Mayo.
Allí estaban Azucena Villaflor, Berta Braverman, Haydée García Buela, María Adela Gard de Antokoletz, Julia Gard, María Mercedes Gard y Cándida Gard, Delicia González, Pepa Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin, una mujer de apellido De Caimi y una joven que no dio su nombre.
Inicialmente las Madres y Abuelas no tenían un símbolo que las identificara. Sin embargo, en octubre de 1977 decidieron participar de la caminata a Luján que organizaba la iglesia católica y sintieron la necesidad de utilizar un elemento que las unificara. Fue así como nació la idea de llevar un pañuelo blanco en la cabeza. Originariamente fue un pañal blanco de tela, símbolo elegido para recordar y reclamar por sus hijos y nietos desaparecidos.
Al principio, la Junta Militar las llamó “Las locas de la Plaza”. Su constante reclamo por la aparición con vida de sus familiares se tornó cada vez más visible en el espacio periodístico. Esto comenzó a molestar poderosamente a las autoridades de la dictadura quienes se ocupaban de que el mundo no supiera de las atrocidades que estaban cometiendo.
En diciembre de 1977 se produjo un quiebre en la confianza de su fuerza de resistencia: Azucena Villaflor, María Eugenia Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga habían sido secuestradas. A pesar de los intentos por silenciarlas, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo continuaron con su reclamo. Con valentía, coraje y esperanza, acordaron reunirse todos los jueves a las 15.30 horas alrededor de la plaza. Hoy siguen marchando como aquel 30 de abril de 1977.
Gracias a su cotidiana lucha durante estos últimos 37 años, han logrado recuperar 110 nietos. Actualmente son un símbolo de defensa de los Derechos Humanos en la región y el resto del mundo.
Retrato de un genocidio: Primera plaza