30 DE ABRIL DE 1977. CREACIÓN DE LA ASOCIACIÓN MADRES DE PLAZA DE MAYO.

Fragmento de la exposición de Hebe de Bonafini sobre la historia de las madres
“Como ustedes saben, las desapariciones comenzaron en el '74 y en el '75 con las AAA; nosotros tenemos algo así como 600 casos de esa época. Y en el '76, cuando se instala la dictadura, comienzan a ser tremendamente mayores, y ya las madres de estos desaparecidos -de los primeros- habían comenzado a moverse: Ministerio del Interior, Policía, la Iglesia -por supuesto-, partidos políticos, o algunos políticos a los que se los iba a ver. Había algunos organismos: la Liga que es un organismo que tiene muchísimos años; la Asamblea, que se había formado en el '76 o '75; Familiares, a los que también acudían las Madres. Cuando la Dictadura se instala -como dije antes- en el '76, había desgraciadamente más madres, porque había más desaparecidos; y nosotras golpeábamos, todas, las mismas puertas. Todos ustedes saben que ahí nos conocimos; algunas en el Ministerio del Interior, algunas en la Policía, algunas en la calle, algunas en la desesperación de ir a la cárcel a ver si estaban ahí. Y a la Iglesia.
Y un día, estando en la iglesia, en la iglesia de los asesinos, en la iglesia Stella Maris, que es la iglesia de la Marina, donde íbamos a ver a Gracelli, Azucena (Villaflor de Vincenti) dijo que ya basta, que no se podía más estar ahí, que ya no conseguíamos nada, que por qué no íbamos a la Plaza y hacíamos una carta para pedir audiencia, y que nos dijeran qué había pasado con nuestros hijos.
Y así fuimos por primera vez un sábado. Nos dimos cuenta que no nos veía nadie, que no tenía ningún sentido. Era un 30 de Abril. Decidimos volver a la otra semana un viernes. Y a la otra semana decidimos ir el jueves. (…)
Cuando nos dimos cuenta que íbamos avisándonos unas a las otras que los jueves a las tres y media nos reuníamos en esa Plaza, en un banco, no caminábamos, no marchábamos. Algunas íbamos un rato antes, las que vivíamos más lejos, porque ese sentirnos bien... Ustedes saben que en esa época éramos despreciadas, las familias nuestras pasaron a ser las familias de los "terroristas", se nos cerraban las puertas, así que era poca la gente con la que una podía conversar. Pero con las madres éramos todas iguales, nos pasaba lo mismo, veíamos la misma gente.(…)
E1 tema de cómo fuimos creciendo. Tomamos la decisión de que algunas madres fueran al Departamento de Policía, otras al Ministerio del Interior, otras, casa por casa, a convocar a que las madres vinieran a la Plaza. Era muy difícil ir al Departamento de Policía y sentarse, cuando una veía una madre que lloraba o que estaba muy mal, convocarla, pero se hacía. Ir casa por casa también era una cosa muy difícil, porque ese casa por casa implicaba que a una la siguieran con un auto, o que llamaran a la policía a ver quién era esa mujer que venía a preguntar si había un desaparecido, o que simplemente no le abrieran las puertas, o que sintiera una madre que era otra madre la que la convocaba y nos recibiera bien. De cinco casas, tres seguro no nos abrían o no nos atendían o nos desconfiaban, pero habla dos que sí recibían nuestro mensaje. En un principio les decíamos qué nos parecía que había que hacer, a quién había que ver. Y así fue creciendo la Plaza.
Esos primeros encuentros también generaron las primeras acciones, que fueron absolutamente impensadas, espontáneas. La primera acción fue entregar la carta. Comunicarnos entre nosotras. Cuando la policía vio que éramos muchas, que éramos 60 o 70, en esos medios bancos que hay en la Plaza, dijo "bueno, acá no se puede, hay estado de sitio, no pueden estar acá sentadas, esto ya es una reunión, marchen, caminen", y empezó a golpear con las manos y con los palos... y la policía nos hizo caminar, nosotras no pensábamos marchar.
Quiero decirles que a nosotras no nos gusta que le llamen ronda a lo que hacemos. Y yo le explicaba a unos compañeros que están por hacer un libro por qué no le queremos decir ronda y le decimos marcha. Porque la ronda es rondar sobre lo mismo, pero marchar es marchar hacia algo. Y las Madres creemos que, aunque sea en círculo, estamos marchando hacia algo.
En estas primeras acciones, ese caminar, también tomándonos del brazo, aferrándonos las unas a las otras, contándonos, también fuimos solidificando nuestro pensamiento y creciendo y tomando conciencia. El tema, primero, fue que nos pedían que nos fuéramos, una vez que no salíamos de la Plaza, porque ellos querían sacarnos y nosotras no, insistimos con dar vuelta alrededor de la Pirámide; entonces un día vinieron y le pidieron el documento a una madre, y la madre se lo dio. Y ya esa madre quedaba bastante asustada porque nosotras creíamos -todavía muy ingenuas que no sabían ellos quienes éramos nosotras, entonces el que ya supieran el nombre asustaba. Otro día, otra vez. Y un tercer día, un tercer jueves, cuando le piden el documento a una decidimos dárselos todas el documento; claro, el "cana" con 300 documentos (que ya casi éramos) qué iba a hacer, no le servían para nada. Y sirvió para que, en vez de estar muy pocos minutos en la Plaza -como estábamos en ese tiempo- nos quedáramos muchísimo rato, hasta que nos dio el documento una por una de vuelta, nos identificó... Realmente fue una acción, para nosotras, primero, de unidad, de mucha unidad (porque todas o ninguna), y después también parar a la "cana" para que no nos pidiera más documentos, porque la "cana" dijo si ahora en vez de dárnoslo una nos lo dan todas ya no nos sirve más, porque era una acción intimidatoria.
También hicimos acciones cuando venían personajes, como los norteamericanos -TerenceTodman, CyrusVance. Las Madres hicimos acciones muy fuertes en ese momento, cuando nadie salía a la calle. Cuando vino TerenceTodman nosotras fuimos a la Plaza -esta es una cosa que la hemos contado muchas veces, tal vez todos lo sepan;Videla mandó un emisario (no usábamos pañuelo todavía, agitábamos un pañuelo y les decíamos que teníamos los hijos desaparecidos, no había otra cosa que pudiéramos hacer, pero igual le molestábamos al gobierno, a la dictadura), un emisario que mandaba la dictadura para que nos fuéramos, y que si nos íbamos Videla nos iba a atender. Claro, eso ocasionaba que algunas madres dijeran "mejor que nos vayamos y nos atienda Videla"; y otras decíamos "no, igual no nos van a atender". Y nos quedamos agarradas entre nosotras, agarradas a una columna. Entonces mandaron milicos como para la guerra, armados, con cascos, para que nos fuéramos. Y les dijimos que no nos íbamos a ir. Entonces ellos pidieron que apunten, y cuando dijeron "apunten" nosotras les gritamos "fuego". Y ese gritarles "fuego" hizo que todos los periodistas que estaban para verlo a él -a TerenceTodman- vinieran a ver quiénes eran esas mujeres -que no éramos más de 300 que habían hecho esa acción tan fuerte que sirvió para que saliéramos ya en muchos Periódicos. Cuando vino CyrusVance fuimos a la Plaza San Martín, cuando ponían la ofrenda floral, y también gritamos y pedimos por nuestros desaparecidos, y también hicimos que la prensa se interesara. Y de ahí hay una foto, que ha dado la vuelta al mundo, donde las Madres estamos gritando y pidiendo por nuestros desaparecidos. Dio la vuelta al mundo, pero no dio la vuelta al país, porque en el país no salió, no salió absolutamente nada, y muy poca gente se enteró.
En todas estas cuestiones, en todas estas demostraciones, en todos estos actos, las Madres todavía no usábamos el pañuelo, y nos comunicábamos solamente los jueves en la Plaza, y en alguna pequeña reunión que hacíamos en un bar o a veces en el atrio de una iglesia. 
Cuando llega el mes de octubre entre los organismos que estábamos funcionando se prepara una marcha. Los primeros días de octubre también la Iglesia preparaba su marcha a Luján con un millón de jóvenes. Y las Madres decidimos ir a las dos marchas: a la de los organismos, que era para el Día de la Madre, y a la de los primeros días de octubre, que hacía la Iglesia. Pero no sabíamos cómo identificarnos, todas no podíamos caminar tantos kilómetros, entonces cómo nos íbamos a identificar; unas iban a ir desde Luján, las otras iban a entrar en Castelar, otras en Moreno, otras en Rodríguez. Entonces empezamos a ver cómo nos identificaríamos, y una dijo "vamos a ponernos un pañuelo". "¿Un pañuelo..., y de qué color?, porque tiene que ser del mismo color". "Y bueno, blanco". "Y, che, y si nos ponemos un pañal de nuestros hijos" (que todas tengamos esa cosa de recuerdo, que una guarda). Y, bueno, el primer día, en esa marcha a Luján, usamos el pañuelo blanco que no era otra cosa, nada más ni nada menos, que un pañal de nuestros hijos. Y así nos encontramos, porque ese pañuelo blanco nos identificaba. En el tiempo en que llegamos a Luján nos dimos cuenta que mucha gente se acordó, después de algunos días, que esas mujeres de pañuelo blanco habían sido capaces, alrededor de la plaza de Luján, de gritar y pedir -rezando, por supuesto- por los desaparecidos. O sea que todo el mundo que estuvo esa vez en Luján se enteró que había desaparecidos en el país y que las Madres, rezando, pedíamos por ellos. Fuimos luego a la marcha que hicieron los organismos, donde 300 de nosotros (gente de los organismos) fuimos presos, nos emboscaron en una calle y nos metieron en los colectivos y nos llevaron a la cárcel, a la comisaría. Y bueno, fuimos todos los organismos, entre los que llevaron presos se equivocaron y llevaron también a algunos periodistas extranjeros y a las monjas -casualmente-, y esto hizo que el mundo inmediatamente se enterara de lo que pasaba. Pero nosotras en la comisaría tampoco nos quedábamos quietas. A medida que nos identificaban y nos preguntaban quiénes éramos y nos mandaban a un lugar, decidimos rezar también en ese lugar. Pero rezábamos pidiendo para que no fueran tan asesinos los de esa comisaría, para que no torturara el comisario; o sea que mientras tanto aprovechábamos el rezo para decirles asesinos y torturadores a los que teníamos ahí adelante. Y era una acción muy fuerte, muy fuerte, pero como era dentro del rezo, del Ave María y del Padre Nuestro, como hay tanto respeto, y los milicos se la pasan haciéndose la señal de la cruz cuando entran y salen de las comisarías, no podían decimos nada, porque entre Padre Nuestro y Ave María los acusábamos de asesinos.
Llegó la época de las solicitadas. Hicimos una solicitada junto con Familiares. Y luego una solicitada de las Madres, para la que trabajamos muy intensamente, juntando pesito por pesito, buscando los nombres... Y el 8 de Diciembre, en la Iglesia Santa Cruz, cuando estábamos recogiendo dinero para esa solicitada, Astiz -que ya se había infiltrado entre nosotras, que entre Agosto y Septiembre había comenzado a ir a la Plaza diciéndonos que tenía un hermano desaparecido y dándonos el nombre y haciendo un hábeas corpus por él- provoca, señalando a nuestras compañeras, el secuestro de los familiares, de las monjas, y de dos de nuestras Madres -Mary Ponce y Esther Balestrino de Cariada-en la Iglesia Santa Cruz. Se hace ese terrible secuestro, ese terrible operativo. Y, al otro día, cuando nos encontramos nuevamente con Azucena y con las otras, que todavía no habían secuestrado, estábamos todas muy mal, muy terriblemente desesperadas, era una cosa muy tremenda, era un secuestro a nosotras mismas; era ponernos un alerta rojo muy tremendo. Pensábamos, yo decía "pero no sigamos con la solicitada, Azucena, no porque... cómo... busquemos a los que faltan". Ella me decía "mirá, ya hay gente que está haciendo hábeas corpus y cosas; los que faltan, faltan por hacer esta solicitada; los que secuestraron, los secuestraron por esta solicitada; nosotras no la podemos parar, la tenemos que seguir". Y así seguimos con la solicitada. Cuando la llevamos a La Nación, ingenuamente, la llevamos escrita a mano y no por orden alfabético. Y en La Nación dijeron "señoras, escrita a mano... así no se puede hacer, esto hay que hacerlo a máquina". No teníamos oficina, no teníamos máquina de escribir, por supuesto, no teníamos lugar para hacerla, pero conseguimos algunos empleados de un Ministerio que nos ofrecieron -si nosotras entreteníamos a dos jefes- pasar a máquina la solicitada muy rápidamente. Y así lo hicimos. Dos de nosotras entretuvimos a los jefes, y los empleados nos pasaron la solicitada. Y llevamos la solicitada a La Nación. Y salió la solicitada en La Nación. En ese día secuestraron a otra de las monjas. Y al otro día, el 10 de Diciembre, en la mañana, cuando Azucena va a comprar el diario de esa solicitada que ella había gestado y que había sido tan firme para decir "no, hay que seguir haciéndola", cuando va a buscar ese diario la secuestran en la esquina de su casa. Fue terrible, un golpe durísimo para nosotras. Era muy difícil pensar cómo íbamos a hacer para seguir. Era casi imposible, porque en esos días también habían secuestrado más jóvenes, más hijos nuestros, los que teníamos un desaparecido ahora teníamos dos, y algunas tres, y también a las madres, y a los familiares, y a las monjas. Pero nos habíamos dado cuenta que Azucena nos había enseñado un camino. Que en la Plaza nos sentíamos una igual a la otra, porque éramos iguales, porque nos pasaba lo mismo, porque el enemigo estaba siempre en el mismo lugar y estaba cada vez más duro, porque el enemigo nos había mandado secuestrar.
Entonces resolvimos seguir en la Plaza. No fue fácil volver al otro jueves a la Plaza. No fue fácil retomar otra vez la tarea de volver a convocar a esas madres que tenían miedo de volver. De volver a insistir que la Plaza era lo único, cuando muchos decían que no había que ir a la Plaza, que éramos locas, que ea un peligro, que no se fuera, porque realmente a qué íbamos a la Plaza. Pero, como les dije antes, era realmente un lugar donde nosotras nos comprendíamos y sentíamos ese encuentro que, sin damos cuenta, sentíamos con nuestros hijos. Todavía con toda la ilusión de encontrarlos, con toda la ingenuidad de que la Dictadura tal vez no fuera tan feroz -porque uno no creía que pudiera ser tanta la ferocidad, que la tortura fuera tan terrible. Yo creo que muy pocas de nosotras nos dábamos cuenta del horror de lo que estaba pasando, definitivamente. Todas teníamos esperanzas: los van a poner en la cárcel, los vamos a encontrar, en la comisaría, o en la cárcel, o en el ejército. Y cada día, cada acción que hacíamos, porque además de lo que hacíamos en la Plaza también hacíamos acciones personales: ir a los lugares de detención, a los campos de concentración. ¡Los campos de concentración no los encontró la CONADEP! Para nada. Los encontramos las madres que nos íbamos a parar en la puerta en la época en que estaban llenos de desaparecidos. ¡No fue Sábato a buscarlos ahí! Ahí fuimos nosotras; Sábato fue cuando estaban vacíos. Nosotras íbamos cuando estaban nuestros hijos.
Y viene la época del Mundial, en 1978. Ese horror que para nosotras era el Mundial y que a mucha gente los ponía contentos. Se provocaban más secuestros. Se acentuaba la represión,. Se acentuaba en la Plaza. Nos llevaban presas a cada rato. Nos golpeaban. Ponían perros en la Plaza. Nosotras llevábamos un diario enroscado para cuando nos echaban los perros. Nos tiraban gases. Habíamos aprendido a llevar bicarbonato y una botellita de agua. Para poder resistir en la Plaza. Todo esto lo aprendimos ahí, en esa Plaza. Mujeres grandes, que nunca habíamos salido de la cocina, habíamos aprendido lo que habían hecho tantos jóvenes antes. Luchar por ese pedacito de Plaza, luchar por ese pedacito de cielo que significaba nada más y nada menos que esto que tenemos hoy. Y el Mundial también fue muy terrible para nosotras. Fue muy terrible porque en el Mundial se tapó, o se quiso tapar, todo lo que estaba pasando. Quiero decirles que en1977, cuando ya se proponía lo del Mundial, a fines de año, para el mes de noviembre, Monseñor Plaza decide hacer una "noche heroica" en La Plata para demostrar que no pasaba nada y que el Mundial iba a ser una cosa hermosa y que en La Plata no pasaba nada. Y decide hacer una "noche heroica" con todos los estudiantes de las escuelas católicas. Que fueran convergiendo de las distintas diagonales hacia la Plaza Moreno. Y nosotras decidimos ir. Las Madres nos pusimos con el Colegio Marista. Y ahí ya usamos el pañuelo, porque había pasado la primera vez que nos lo habíamos puesto, porque en la Plaza no lo usamos tampoco enseguida, ése era un acto importante. Cuando la policía nos vio nos empezó a seguir pero ¿cómo estábamos mezcladas con los maristas, los maristas estaban tan asustados que no les salían ni la palabras. Cuando vimos que la policía, cuando nos arrimábamos a la Plaza Moreno, nos empezó a rodear para aislamos del grupo, empezamos a rezar. Y como le tienen tanto miedo a Dios, nos dejaron que rezáramos. Y rezábamos Padres Nuestros y Aves Marías y Rosarios, uno atrás del otro, hasta que llegamos a la puerta de la Catedral. Y seguimos rezando con mucha fuerza en la puerta de la Catedral para poder entrar a la Catedral. Y nos instalamos en la Catedral y los jóvenes que estaban afuera vinieron a ver quiénes éramos, porque ellos no sabían. Y les empezamos a contar. Se había organizado que a las 12 de la noche iba a haber un gran acto en la Plaza de guitarreada y empanadas y festividad para ese Mundial y porque en La Plata no pasaba nada, y un grupo grande de jóvenes, que estudiaban en esas escuelas católicas, le fueron a decir a Plaza que ellos no iban a guitarrear, que no iban a cantar, que no iban a comer empanadas, porque mientras había tanto dolor adentro de la Catedral ellos no iban a cantar afuera. Y cada uno se fue a su casa, las únicas que no nos fuimos nosotras. Nos quedamos solas toda la noche en la Catedral, porque los jóvenes se fueron, se fueron porque no querían cantar ni querían comer ni querían guitarrear. Esto a Plaza le costó que lo llamara Saint Jean y Sasiaín y le preguntaran: qué había pasado, cómo esas mujeres habían roto ese acto que ellos habían preparado. Y ahí también nosotras hicimos algo muy fuerte y muy duro que fue insultarlo a Monseñor Plaza dentro de la Catedral. Insultarlo porque no pidió por los desaparecidos en la misa que se hizo a las 5 de la mañana con los jóvenes que vinieron a la misa para acompañamos a nosotras. O sea que hacíamos cosas muy terribles y muy duras y nadie se enteraba, más que los que estaban ahí en ese pedacito; pero que eran multiplicadores (esos jóvenes) después al ir contando en sus casas.
En el Mundial, como les digo, la represión se hizo tan fuerte que decidimos ir a las iglesias a encontramos para ver qué cosas íbamos a seguir haciendo. Y cuando nos reprimían en la Plaza, sabíamos que podíamos ir a tal o cual iglesia. Tanta fue la represión, en un momento, que hicimos como un fixture para no ir siempre a la misma iglesia porque sino la cana ya nos esperaba en la puerta. Nos apagaban las luces, nos echaban; pero también dentro de la iglesia, y por eso los curas no nos quieren. Entre Padre Nuestro y Ave María nos pasábamos que íbamos a hacer, decíamos: "Padre Nuestro que estás en los cielos, vamos tal día a tal lugar; Ave María...". Esa era la manera de pasamos, sin papel y sin nada, qué actividad íbamos a realizar.
En el Mundial, como les dije, sufrimos mucho. Sufrimos la indiferencia del pueblo. Los medios de comunicación, que eran terribles. E1 ataque desde el exterior diciendo que éramos antinacionales los que hablábamos en contra del Mundial. Pero también vimos que cuando se inició el Mundial, había más periodistas extranjeros en la Plaza que en el propio Mundial. Y que Holanda, en vez de pasar el inicio del Mundial, cuando éste comenzó pasó a las Madres marchando en la Plaza. Y que también en ese año comenzaron a trabajar los grupos de apoyo, como SOLMA, yendo frente a la Embajada argentina, en Francia... Y hoy quiero decirles que están acá los dirigentes de SOLMA acompañándonos en este momento, que no han dejado de ir todos los jueves frente a la Embajada a solidarizarse con las Madres, siguen yendo todos los jueves.”