Aunque esencialmente porteño, Marechal mantuvo estrecho contacto con la vida rural de Maipú, ciudad provinciana a la que iba a visitar a su tío, acompañándolo en sus viajes por el interior. Allí le llamaban "Buenos Aires", nombre que adoptaría para el protagonista de su famosa novela.
Leopoldo Marechal
A los dieciocho años quedó huérfano de padre y su condición de primogénito lo obligó a hacerse cargo de la familia: trabajó como maestro, bibliotecario y profesor de segunda enseñanza hasta 1955. Ocupó cargos públicos durante los gobiernos de Juan D. Perón, circunstancia que lo llevó al enfrentamiento con sus antiguos compañeros de generación literaria y relegó al olvido su obra, descubierta luego por las nuevas generaciones.
Fue poeta precoz: a los doce años escribió los primeros versos y publicó Los aguiluchos con poco más de veinte. Se vinculó a los grupos Proa y Martín Fierro. En 1926, en España, se relacionó con los redactores de La Gaceta Literaria y Revista de Occidente, mientras que en Francia se reunía con los pintores y escultores del llamado grupo de París: Antonio Berni, José Fioravanti y Lino Eneas Spilimbergo, entre otros.
Durante su segundo viaje a Europa, en 1929, año en que publicó Odas para el hombre y la mujer, escribió los capítulos iniciales de Adán Buenosayres. Vivió hasta 1931 en París y a su regreso ingresó como redactor fundador al diario El Mundo y se reconcilió con la Iglesia católica. Publicó, entre otros, los poemarios Laberinto de amor (1936), dedicado a su primera esposa, Cinco poemas australes (1938), El centauro y Sonetos a Sophia (1940). En Descenso y ascenso del alma por la belleza (1939) dio cuenta de su poética, mientras que su postura estética y filosófica se encuentra en Cuaderno de navegación (1966). Enviudó en 1947 y en 1950 se unió a Elbia Rosbaco, inspiradora y destinataria de sus nuevos poemas.
Adán Buenosayres es a la vez alegoría, autobiografía y novela en clave que tiene como personajes a los exponentes de la vanguardia porteña, J. L. Borges entre ellos. No fue bien recibida por la crítica, que la vio injusta y parcialmente como "una mala copia" del Ulises de J. Joyce, y silenció lo esencial: su carácter insólito dentro de la tradición novelística en castellano, y la libertad igualmente inédita en el uso del lenguaje narrativo, aspectos que sólo destacó J. Cortázar, por entonces un desconocido columnista que la saludó con lucidez y alborozo.
Obra en clave, de gran vigor alegórico y satírico, escrita a partir de una perspectiva cristiana y platónica que encuentra su adecuado modelo estructural en la Divina Comedia, tiene tres partes: en la primera, Adán despierta y realiza una expedición con un astrólogo y un grupo de "martínfierristas" por las calles y las afueras de Buenos Aires; en la segunda, figura la biografía espiritual de Adán ("El cuaderno de tapas azules"), y en la tercera cuenta el descenso al infierno de la oscura ciudad de Cacodelphia.
El banquete de Severo Arcángelo (1966) carece del andamiaje realista y en cierta medida costumbrista de la anterior, pero es asimismo una alegoría de cuño platónico. Megafón o la guerra (1970), su tercera novela, no alcanzó la riqueza de las anteriores, pero es una síntesis, en cierto sentido testamentaria, de las inquietudes políticas y metafísicas del autor, ligadas a la experiencia peronista.