Estadista argentino nacido en Buenos Aires de una acaudalada familia (1780-1845). Siguió estudios en la escuela de Rey y en el colegio de San Carlos. No alcanzó a cursar los universitarios. Durante las invasiones inglesas combatió con grado de capitán. Fue luego designado alférez real del Cabildo. En la asonada del primero de enero de 1809 apoyó al virrey Liniers y luego casó son la hija del virrey del Pino. Pese a ello, abrazó con fervor la causa revolucionaria. En 1811 fue designado secretario de gobierno y relaciones exteriores del primer triunvirato. Como tal, desplegó una gran energía, sobre todo en la represión de la conspiración de Alzaga, destinada a restablecer el régimen español.
En 1814 fue designado junto con el general Belgrano para realizar gestiones diplomáticas en Europa: la revolución rioplatense parecía amenazada, y se creía necesario adaptarla al orden monárquico restaurado tras de la caída de Napoleón. Llegaron a Londres en mayo de 1815, y allí se reunieron con Sarratea, agente oficioso de las Provincias Unidas en Europa. En ese momento Napoleón había vuelto a apoderarse del trono francés, y los comisionados emprendieron negocios con Carlos IV, al que se suponía próximo a ser restaurado en el trono de España. Las negociaciones iban encaminadas a crear en Buenos Aires una monarquía y coronar rey al infante don Francisco de Paula, hijo de Carlos y hermano de Fernando. La caída de Napoleón hizo impracticable el plan. Belgrano emprendió el regreso a Buenos Aires y quedó a cargo de Rivadavia el intentar negociaciones con la corte de Madrid.
Llegó a la capital española en mayo de 1816; cuando el ministro Cevallos le pidió que expusiese las proposiciones de que era portador se hizo evidente que Rivadavia sólo contaba con instrucciones demasiado vagas para servir de base a una negociación. Como consecuencia de ello fue dictada una orden de expulsión contra su persona; pasó entonces a desempeñar el cargo de diputado de las Provincias Unidas ante el gobierno de Paris. En mayo de 1821, de vuelta en Buenos Aires, pasó Rivadavia a ocupar el ministerio de interior y relaciones exteriores y desarrolló una intensa acción progresista. Fueron suprimidos los cabildos y para sustituirlos se crearon comisarios de ciudad y campaña y se organizó la justicia de paz y de primera instancia. Una ley instituyó en la provincia el sufragio universal directo de todos los varones libres mayores de veinte años. Otra ley, llamada de olvido, permitía el retorno a la provincia de los desterrados por causas políticas. La reforma eclesiástica, que suprimía el fuero personal de los sacerdotes y el diezmo, tuvo partidarios aun en el seno del clero, pero también enconados adversarios, que en 1822 a 1823 urdieron sin éxito conspiraciones para derrocar al gobierno. En agosto de 1821 se inauguró la Universidad de Buenos Aires. En 1823 se fundó el Colegio de Ciencias Morales. Estas medidas fueron complementadas por otras económicas. Concluido el gobierno del general Rodríguez, Rivadavia pasó a Europa, como delegado extraordinario ante Francia y Gran Bretaña. En Londres, concertó un tratado de amistad, comercio y navegación.
Al regresar Rivadavia de Europa, el congreso lo designó presidente de la nación (febrero de 1826). Al día siguiente el presidente enviaba al congreso un proyecto de ley por el cual la ciudad de Buenos Aires, con una vasta zona rural, era colocada bajo la administración de las autoridades nacionales. El resto de la provincia tato se constituyese en provincia separada, sería también colocado bajo las mismas autoridades. El proyecto fue aprobado y el 7 de marzo el gobernador Las Heras, destituido, se alejaba a Chile. Rivadavia triunfaba, pero perdía muchas simpatías en Buenos Aires y el interior. La provincia de Córdoba , en signo de protesta, anuló los poderes de sus diputados al congreso. Este proseguía mientras tanto elaborando la constitución. En junio de 1825 había consultado alas provincia acerca de la forma de gobierno que preferían: seis por la federación y el resto remitió la decisión al congreso. La mayoría unitaria de éste se creyó autorizada a elaborar una constitución que reflejase sus puntos de vista. La constitución, aprobada por los diputados en diciembre de 1826, fue mal recibida por los gobernadores. Por otra parte desde 1825 ensangrentaba el norte del país una guerra civil entre federales y unitarios. En esas condiciones era imposible continuar la guerra con Brasil: la victoria en Ituzaingó (19 de febrero de 1827), del general Alvear, fue desaprovechada por falta de recursos para proseguir la ofensiva. Manuel José García firmó en Río de Janeiro una convención preliminar que cedía al Brasil la Banda Oriental. La convención fue rechazada por el congreso (21 de junio). Al día siguiente era aceptada la renuncia de Rivadavia. El régimen unitario se derrumbaba. Rivadavia pasó a Paris. En 1834 intentó volver a su patria, pero le fue vedado el desembarco. Se estableció en el Uruguay hasta que en 1836 Oribe, por instigación de Rosas, lo desterró a Santa Catalina (Brasil). Pasó luego a Cádiz, donde llevó hasta su muerte una existencia modesta.
Fuente:Diccionario Enciclopédico Quillet Tomo VII. Pág. Editorial Argentina Arístides Quillet. 1960, 1964, 1966, 1968