Trató a Juan Domingo
Perón de igual a igual, se consideró marxista y también peronista, fue un
intelectual y también un hombre de acción. Viajó a Cuba y junto a su mujer de
transformó en miliciano y participó de la Revolución.
Pocos personajes de nuestra historia ofrecen
facetas tan singulares como la de este gran pensador y luchador argentino. Se
llamó John William cuando seguramente él hubiera querido que lo denominasen
Juan Guillermo. Se consideraba peronista pero también marxista. Como integrante
del peronismo fue –casi seguramente– el único que discutió con el general Perón
de igual a igual, sin inhibiciones ni reservas mentales: "Usted procede en
forma muy diferente a la que yo preconizo y a veces, en forma totalmente
antitética" (enero 1966). El único que se animó a decirle que algún día
iba a morir (3/3/1962). Fue intelectual profundo, pero al mismo tiempo hombre
clave de la resistencia y se lanzó con "una pistola 45" y tres cargadores
de balas a parar a los marinos en junio de 1955. Tenía cierta renguera y un
cuerpo voluminoso pero le encantaba bailar el tango. Fue invitado a un congreso
en la Cuba presidida por Fidel y lo retuvieron en el aeropuerto porque el
Partido Comunista de la Argentina dio malos informes sobre él ("¿Qué tal,
Cooke? ¿Está en cana?", le dijo sonriendo El Che y aclaró la situación).
Una anécdota resume su independencia de criterio y su singularidad en sus
opiniones. Ante las diferencias que mantiene con Jorge Antonio, Perón intenta
limar asperezas y para calmarlo le dice: "Pero, Bebe, Jorgito es
millonario, pero es un millonario peronista." Y él le responde: "Mi
General, disculpe, pero yo no hago esos distingos. Para mí, no hay millonarios
peronistas y millonarios antiperonistas, los millonarios son millonarios, nada
más."
Pero quizá lo que otorga a Cooke una
característica aun más propia y definida está dada por su permanente
transformación, a través de la acción política, al mismo ritmo que se
modificaban y profundizaban las posiciones de las grandes masas. Él provenía de
una familia de irlandeses en cuyo hogar se hablaba en idioma inglés y en lo
político, seguían la tradición radical. Su padre, Juan Isaac era dirigente
importante de la UCR y como tal estaba alineado, en la segunda guerra, en el
campo aliadófilo, donde también se situaba John en su juventud, celebrando los
triunfos de Inglaterra. Pero al crecer el movimiento obrero y alcanzar el
protagonismo del 17 de octubre, John ya integra el movimiento nacional e
ingresa al Congreso de la Nación como diputado. Ha comprendido que soplan
vientos de revolución y que el peronismo viene a cubrir el vacío dejado por los
viejos partidos perimidos. Entonces afirma: "En 1945... el peronismo fue
el movimiento que surgió y triunfó contra todos los partidos, que hizo saltar
el esquema de los partidos repartiéndose el poder político. No es que la
izquierda hacía crisis; es que era una parte de la superestructura política del
imperialismo y saltó junto con los demás pedazos de esa superestructura... El
movimiento popular que atacó a la oligarquía y al imperialismo pasó a ser la
izquierda por cuanto representaba las fuerzas del progreso nacional y de la
independencia del extranjero. Fue una situación revolucionaria, donde los
esquemas teóricos no servían. Faltaba una Izquierda Nacional y ese papel pasó a
ocuparlo peronismo, aunque sin definirse como tal."
En su gestión parlamentaria, siendo el
diputado más joven –"El Bebe", lo llamaron– fue el más sólido y
brillante. A él recurrió Perón después del tremendo bombardeo del 16/6/55 para
reorganizar el partido en la Capital Federal, pero ya era muy tarde y el
gobierno fue derrocado en septiembre. Una tremenda noche de terror y
silenciamiento cayó sobre el peronismo en esos años, resumida en la delirante
mordaza del Decreto 4161 y los fusilamientos del '56. Cooke, mientras tanto,
intentaba armar "la resistencia" y era paseado por todas las cárceles
del país, hasta "el infierno blanco" de Ushuaia e inclusive sufre
simulacro de fusilamiento. Producido el triunfo de Frondizi en 1958, cuando los
obreros se levantan contra la primera privatización impuesta por el FMI, Cooke
avanza aun más en su posición e intenta convertir esa lucha en paro general, en
un momento en que era delegado personal de Perón y más aun, el único a quien
Perón alguna vez designa su sucesor para el caso de su muerte. Pero la
burocracia política del peronismo le boicotea su acción y después de
denunciarlos ante Perón, viaja a Cuba, donde adhiere fervorosamente a la Revolución.
Tiempo más tarde es miliciano, al igual que su mujer Alicia Eguren, y
participan en la lucha cuando el imperialismo invade Bahía de los Cochinos.
Reside unos pocos años
en la isla y allí les explica a muchos cubanos mal informados los progresos
alcanzados por las mayorías populares dela Argentina durante los dos gobiernos
de Perón. Luego se desempeña como representante de Fidel y El Che ante Perón
–en España– sugiriéndole se traslade para residir en Cuba, a lo cual el General
le responde: "Dígale a Fidel que él hizo el asalto al Moncada llevando
consigo el rosario y la cruz y yo todavía tengo que seguir llevándolos."
En esa época es un socialista convencido, pero
al mismo tiempo se sigue considerando peronista y por ambas banderas milita sin
cesar. Parte de esa lucha queda registrada en una rica correspondencia
mantenida con el General durante una década (1956-1966). Allí analiza la
correlación de fuerzas, la imposibilidad, por ahora, de la revolución armada,
como asimismo la importancia que tendría abandonar la conducción pendular de un
movimiento policlasista para acentuar sus rasgos revolucionarios. Comprende que
"el peronismo es el hecho maldito del país burgués", pero también que
"es un gigante invertebrado y miope" si no se dan los cuadros necesarios
y no se desplaza a los burócratas políticos y sindicales. En esas cartas, Perón
le explica que hay que ser como el Papa "que benedice a tutti", que
la unidad es lo principal dado el poderío del enemigo. Cooke no está de acuerdo
y se atreve a refutarlo: "¿Para qué nos sirve el número, para votar en las
elecciones que no se han de realizar?" También afirma: "Peronismo y
antiperonismo son, en esta etapa, la forma en que se da políticamente la lucha
de clases..." ¿Unidad para qué, entonces? Su opinión es que obispos,
generales y empresarios están de más en el peronismo. Perón le contesta, desde
su condición de líder nacional, que si los echamos, engrosaremos las fuerzas
del enemigo. Otras veces el General no le responde por un tiempo. A veces, le
señala: "Querido Bebe: ... muchas gracias por su interesante y valiosa
información..."Los “leales” y los desleales cuentan sólo para construir y
debemos manejarlos a todos porque si no llegaríamos al final con muy poquitos.
Por otra parte, hay dos clases de lealtad, la de los que son leales de corazón
al Movimiento y los que son leales cuando no les conviene ser desleales. Con
ambos hay que contar, usando a los primeros sin reservas y utilizando a los
segundos, a condición de colocarlos en una situación en la que no les convenga
defeccionar. Al final, no hay hombres buenos ni malos, más bien todo depende de
las circunstancias, aunque para conducir es siempre mejor pensar que muchos son
malos y mentirosos." En otras cartas, también se observa que intenta persuadirlo:
"Usted tiene razón, Bebe, lo felicito…" Pero al final de la carta le
reitera la política de "bendecir a todos", como única manera de
aislar a la oligarquía y al imperialismo. Pero Cooke insiste: "Cuando
usted ya no esté, ¿qué significará ser peronista?"
A finales de 1963, Cooke regresa a la
Argentina y crea Acción Revolucionaria Peronista, es decir, intenta formar una
izquierda orgánica, dentro del movimiento, para estar en condiciones de incidir
mejor. Ideológicamente su influencia se difunde, pero –y él no tiene duda
alguna– la clase trabajadora, en su abrumadora mayoría, está con el General y
no ve la necesidad de construir el partido revolucionario que él preconiza.
En sus últimos años, concurre a varios
congresos en Cuba y reafirma allí su posición revolucionaria e inclusive
adhiere a la lucha armada que se intenta en otros países. Sin embargo, aún en
sus últimos escritos, sostiene: "Perón no sólo es el artífice de la única
época en que el obrero fue feliz –década que el tiempo y el drama de hoy embellecen
aun más en la nostalgia– sino algo más importante es el recuerdo, el símbolo de
la primavera revolucionaria del proletariado argentino, del momento cenital de
las grandes conquistas sociales y las reivindicaciones nacionales. Por eso, su
mito se alimenta tanto de la adhesión de los obreros como del odio que le
profesa la oligarquía, no atenuado por los años porque es el reverso del amor
de los humildes… En el laberinto de la política a ras del suelo a que nos tiene
acostumbrados nuestros burócratas Perón parecería estar bloqueando vaya a saber
qué caminos. Desde las alturas de las formas superiores de la lucha
revolucionaria, no obstruye nada. El pueblo se resiste a abandonar sus ídolos
acreditados en el milagro por otros no probados… El prestigio de la conducción
revolucionaria de esta nueva generación se cargará con el magnetismo de su
antiguo prestigio."
Por entonces, lo toma el cáncer. A los pocos
meses, el 19 de septiembre de 1968, muere, pero su última voluntad –hecho
todavía insólito en la Argentina de 1968– es que sus órganos vitales sean
usados para quien los necesite, como si quisiera que sus ojos siguieran viendo,
desde otro cuerpo, los cambios de su querida América Latina, en busca de su
destino igualitario.
19/09/12 Tiempo Argentino