A pocos meses de asumir la presidencia de la república, Carlos Menem indulta a todos los jefes militares procesados que no habían sido beneficiados por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida -excepto el ex-general Carlos Guillermo Suárez Mason, extraditado de los Estados Unidos-, a todos los participantes de las rebeliones militares carapintadas de Semana Santa y Monte Caseros y a los ex-miembros de la Junta de Comandantes condenados por los delitos cometidos en la conducción de la Guerra de las Malvinas. Asimismo, son indultados ex dirigentes guerrilleros y otros ciudadanos acusados de actividades subversivas, incluyendo a varios que se encontraban desaparecidos y habían sido asesinados.