Nació en Montevideo el 19 de junio de 1764, en la casa paterna, en la calle Colón y Cerrito. Fue el tercero de seis hijos del matrimonio de Martín José Artigas y Francisca Antonia Pascual Arnal.
José Gervasio pasó los primeros años de su vida en la ciudad y en la chacra familiar a orillas del arroyo Carrasco. Estudió en el Convento de San Bernardino, a cargo de padres Franciscanos, pero a los catorce años abandonó sus estudios y se internó en la campaña. Había aprendido a leer, aunque no tanto a escribir, carencia que explica que no se haya encontrado un solo documento de su puño y letra, lo que subsanaba dictando a secretarios.
Josefa Ravía, sobrina del caudillo, cuenta que; “Tío Pepe iba a las estancias en las cuales adquirió relación con familias y faenas propias del campo, durante algunos años se dedicó a aprender y perfeccionar las tumultuosas destrezas de la vida rural: arrear, enlazar, bolear, domar potros, cruzar a nado arroyos y ríos y a usar el cuchillo. Pero en la estancia adquirió además un conocimiento fundamental para el ejercicio del papel que la historia rioplatense le tenía reservado: se mimetizó allí con gauchos e indios, conoció a fondo la personalidad de unos y otros, comenzó a cimentar entre ellos su prestigio que le dio gran ascendiente sobre todos.
En aquellos tiempos, el carismático joven reunía las características de un arquetipo que Eric Hobsbawm (1976) definió como “bandido social”, es decir un líder natural que se sustrae a la ley para ejercer, a través del delito, una pragmática justicia popular que favorece a los pobres. Es el estilo universalizado por Robín Hood, que roba a los ricos para repartir el botín entre los más necesitados.
Según Hobsbawn, cuando el bandido social se vuelve demasiado molesto, cuando la autoridad constituida no logra eliminarlo, trata de neutralizarlo incorporándolo a su servicio. De ese modo se hizo con Artigas al sumarlo al cuerpo de Blandengues de la frontera de Montevideo, que así se denominaba porque cuando desfilaban sus hombres blandían las armas, gallardos y amenazadores. Era una fuerza militar creada para mantener a raya a los indios contrabandistas y salteadores que asolaban el norte de la Banda Oriental. Artigas los conocía bien, de hecho había sido uno de ellos. Además mantenía una vigorosa relación con los Charrúas, que conservó y ahondó a lo largo de su vida como jefe oriental.
EL CONGRESO DE ORIENTE
El “Congreso de Oriente” o “Congreso de los Pueblos Libres”, convocado por Artigas en 1815, Fue un hecho crucial en la historia de la Argentina, pues se dice que, fue en su seno, no en el Congreso de Tucumán de 1816, donde se proclamó por primera vez la independencia del país. Como tantos otros acontecimientos, ese cónclave ha sido ignorado por la historiografía consagrada para retacearle méritos al jefe oriental, a los caudillos y a la chusma que al Congreso acudieron.
Cabe señalar que salvo la pequeña representación enviada por Córdoba que enarboló ideas federalistas, ninguna de las provincias que conformaban la liga de los Pueblos Libres concurrió al Congreso de Tucumán en 1816 , por lo cual sigue siendo motivo de debate cuál de las dos Asambleas alcanzó mayor representatividad.
Mientras tanto, Buenos Aires continuaba analizando proyectos de entronización de algún príncipe europeo.
Las actas del Congreso de los Pueblos Libres se han perdido, pero por misivas de Artigas se sabe que uno de sus propósitos era la declaración de independencia, no solo de España sino de todo poder extranjero y que regiría el sistema republicano y federal.
Las comunicaciones al Congreso invitaban a tratar:
· La organización política de los Pueblos Libres.
· El comercio interprovincial y con el extranjero.
· El papel de las comunidades indígenas en la economía de la Confederación
· La política agraria
· La posibilidad de extender la Confederación al resto del ex
virreinato.
Finalmente el Congreso se celebró desde el 29 de junio de 1815, en la villa de Concepción del Uruguay.
LA REFORMA AGRARIA
Como estaba previsto el Congreso discutió la política agraria vigente y el comercio interprovincial y con el extranjero. Se decretaba en este punto la confiscación de las propiedades de “malos europeos y peores americanos”, adversarios de la revolución patriota, para distribuirlas entre las bases populares que constituían el artiguismo. Se decidió que “los más infelices serán los más privilegiados”. Según predicaba el bando difundido, y se incluyó en el reparto a “los negros libres, los zambos de toda clase, los indios y los criollos pobres”. Se repartieron parcelas de legua y media, y se entregaron entre cien y cuatrocientas cabezas de ganado a cada beneficiado a los que se prohibía revender la propiedad y se los obligaba a montar en dos meses establecimientos rurales.
Tales medidas ahondaron la animosidad de la dirigencia rioplatense que veía amenazados sus “sagrados derechos”
Cabe destacar que esta fue la primera reforma agraria de Latinoamérica.
El legado artiguista y el Congreso de Oriente:
· Defensor del Federalismo como organización política
· Impulsor ferviente del Sufragio Universal cuando ningún lugar del mundo osaba practicar este voto popular.
· Promotor y ejecutor de la primera reforma agraria latinoamericana.
Artigas fue el campeón de la lucha por la Patria Grande en el Río de la Plata, aquella que soñaron San Martín y Bolivar en Guayaquil, que desvivió a Monteagudo hasta morir asesinado, la que estaba en la mente de Belgrano cuando postuló la monarquía incaica, la que costó la vida a Dorrego por negarse a aceptar la pérdida de la Banda Oriental.
La memoria de un verdadero Artigas retoma plena vigencia en tiempos en que la unidad latinoamericana es más que una esperanza, allí están el Mercosur y la Unasur.
El exilio del Protector de los Pueblos Libres parece estar terminando, porque una conciencia histórica nacional, popular, federalista está volviéndose política en oposición a la prédica ahistórica impuesta por las oligarquías latinoamericanas asociadas a los imperialismos de turno.
O’Donnell , Mario, ARTIGAS : La versión Popular de la Revolución de Mayo” . Bs As. Ed. AGUILAR. 2012.
Artigas
La arquitectura de la muerte es una especialidad militar. En 1977, la dictadura uruguaya erigió un monumento funerario en memoria de José Artigas.
Este enorme adefesio fue una cárcel de lujo: había fundadas sospechas de que el héroe podía escaparse, un siglo y medio después de su muerte.
Para decorar el mausoleo, y disimular la intención, la dictadura buscó frases del prócer. Pero el hombre que había hecho la primera reforma agraria de América, el general que se hacía llamar ciudadano Artigas, había dicho que los más infelices debían ser los más privilegiados, había afirmado que jamás iba a vender nuestro rico patrimonio al bajo precio de la necesidad, y una y otra vez había repetido que su autoridad emanaba del pueblo y ante el pueblo cesaba.
Los militares no encontraron ninguna frase que no fuera peligrosa.
Decidieron que Artigas era mudo.
En las paredes, de mármol negro, no hay más que fechas y nombres.
Eduardo Galeano
De, Espejos. Una historia casi universal
Sugerencia: Ver video de canal encuentro.