Luego de 17 años de exilio, el ex presidente Juan Domingo Perón regresa
al país, ante la expectativa de los más de dos millones de personas que habían acudido
a darle la bienvenida en la mayor movilización popular de que se tenga memoria
en toda la historia argentina.
Montada en las disidencias internas entre las diversas corrientes del
movimiento peronista, tiene lugar un impecable operativo de provocación
consistente en el ametrallamiento de la multitud desde distintos puntos,
incluido el palco, y la generalización de un tiroteo, como consecuencia del
cual se frustra la fiesta popular y el líder justicialista debe aterrizar en el
aeropuerto de Morón.
Se desconoce la cantidad exacta de muertes y heridos del luctuoso suceso.
Investigaciones posteriores estiman que la provocación, que inaugura un ciclo
de violencia en las luchas internas peronistas, fue obra de grupos vinculados a
la todavía ignota Triple A, organización paramilitar de notorios lazos con las
fuerzas de seguridad y sectores de la inteligencia militar, que ya trabajaban
en la creación de las condiciones propicias para un golpe de Estado.