Todos los años, el 13 de junio, se conmemora el Día del Escritor. Esta fecha encuentra su fundamento en que un 13 de junio del año 1874 nació Leopoldo Lugones en Villa María del Río Seco. Entre las múltiples obras y acciones que realizó, se encuentra la fundación de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), institución que, luego del suicidio del poeta, instituyó el día de su natalicio como el Día del Escritor.
¿Por qué el escritor?
La fecha se fijó en conmemoración de uno de nuestros escritores, Leopoldo Lugones.
¿Por qué este escritor en particular, entre los muchos que ha tenido la historia de las palabras en nuestro país?
Para adentrarnos en una respuesta, tenemos que remontarnos a épocas anteriores y preguntarnos quiénes eran escritores en otros momentos, quiénes se reservaban la escritura como un oficio particular.
Apenas unas décadas después de la Revolución de Mayo –aproximadamente en 1830- un conjunto de escritores pensaba que debíamos tener una literatura propia, nacional, argentina. Se trataba de un grupo de personas que producía escritos luego leídos por otros.
No les llamaremos todavía escritores porque para ellos el oficio de la escritura se mezclaba con la política. Es por eso que entre estos pensadores encontramos a Sarmiento, Echeverría, Alberdi; nombres que quizás te resulten familiares por otros ámbitos, más allá de la literatura. Luego de muchos vaivenes en su relación con Juan Manuel de Rosas, se convirtieron en sus fervientes opositores. De esta forma, para ellos la escritura fue una forma de lucha, un arma de combate.
No les llamaremos todavía escritores porque para ellos el oficio de la escritura se mezclaba con la política. Es por eso que entre estos pensadores encontramos a Sarmiento, Echeverría, Alberdi; nombres que quizás te resulten familiares por otros ámbitos, más allá de la literatura. Luego de muchos vaivenes en su relación con Juan Manuel de Rosas, se convirtieron en sus fervientes opositores. De esta forma, para ellos la escritura fue una forma de lucha, un arma de combate.
Pasadas varias décadas –aproximadamente en la década de 1880- muy distinta era la situación de quienes escribían. Muchos de ellos participaban de diferentes formas de la vida pública, en un país que afianzaba su organización. Así, además de escribir, estos autores se desempeñaban como diplomáticos, militares, médicos… Para ellos, la escritura era un pasatiempo, una forma de entretenerse.
Llegamos a comienzos del siglo XX. Muchos escritores empezaban a ganarse la vida con esta actividad: se transformaba en su oficio, en su tarea principal. Escribían en diarios, en revistas; publicaban libros. Se encontraban en conferencias. Empezaba a formarse un ámbito, un campo exclusivo de escritores, con sus propios “códigos”. En ese escenario, escribía Leopoldo Lugones. Es por ello que figura entre los primeros escritores profesionales de nuestro país, aunque no haya sido de los primeros que escribieron literatura en Argentina.
Como ocupaba un lugar central en este campo intelectual, se lo nombró presidente, en 1928, de la entonces naciente Sociedad Argentina de Escritores. De allí que sea la fecha de su nacimiento -13 de junio- la que haya quedado ligada a la figura del escritor en Argentina.
Leopoldo Lugones publicó 35 libros en vida, entre los que se cuentan “Los crepúsculos del jardín”, “Lunario sentimental”, “El libro fiel”, “El libro de los paisajes”, “Las fuerzas extrañas”, “La guerra gaucha”, “Las horas doradas”, entre otros.
Hace poco tiempo, la Biblioteca Nacional recuperó un lote de manuscritos del autor que destinados al Museo del Libro y de la Lengua.